21 octubre 2014

Amanita cesarea,la reina de las setas II

De nuevo este año ha sido excepcional para recoger setas, una actividad que además se está poniendo bastante de moda, tanto por su valor culinario como por su valor económico. Yo cada año le estoy cogiendo más gusto y además voy aprendiendo más cosas sobre este mundo tan apasionante.


Aquí os dejo para empezar una foto de una de las amanitas que hemos recogido. Son muy bonitas y este año encontré otra un poco parecida pero sin el color intenso de la amanita y con el pie de color blanco, recordar que la Amanita cesarea tiene el pie amarillo, hay que ir con cuidado para saber que recogemos. Supongo que todos los que recogemos setas somos prudentes y no es para menos. 

El año pasado ya preparé estas Amanitas de tres maneras, este año sólo serán dos, pero llevan más elaboración. De momento os digo que dos recetas serán y cuelgo la primera, la segunda me falta prepararla, aunque ya tengo las setas confitadas (en aceite durante media hora a fuego muy bajo) para hacer la segunda que será un risotto de Amanita cesárea, suena bien.

La primera, que ya he hecho y ya he comido son unas croquetas, algo que a todos o casi todos nos encanta.

Ingredientes:
- Unos 300 g de Amanita cesarea
- 1 cebolla
- 2 cucharadas colmadas de harina
- 1/2 litro de leche

- 75 g de mantequilla
- Un toque de nuez moscada

- 2 huevos
- Pan rallado
- Sal y aceite


Comenzamos por picar la cebolla bien fina, una vez picada colocamos una sartén grande en el fuego (medio) y dejamos que se derrita la mantequilla, se puede echar aceite, a mí personalmente me gustan más la mantequilla en este caso. Echamos la cebolla picada y mientras se va pochando picamos en trocitos pequeños las amanitas (que habremos limpiado previamente)

Una vez que esté la cebolla transparente, pero no tostada añadimos las amanitas picadas y removemos. En este momento deberíamos poner a calentar la leche en un cazo.

Una vez que se hayan hecho las amanitas junto con la cebolla añadimos la harina y removemos bien para que quede bien integrada en la mezcla, dejamos que se tueste un poquitín por todos lados y comenzamos a añadir la leche de poco en poco, hay que remover bien para que no se nos formen grumos si podéis es mejor remover con unas varillas para que se rompan los posibles grumos. Cada vez que añadimos leche hay que dejar primero que se haya consumido la anterior y que la mezcla esté muy espesa porque es como mejor se remueve para que quede bien hecha. 

Una vez que hemos añadido toda la leche echamos la sal y un toque de nuez moscada (es un sabor muy intenso, hay que echar menos de media nuez) removemos bien y dejamos que espese un poco la bechamel mientras removemos de vez en cuando.

Vertemos la bechamel en un recipiente que aguante bien el calor, mejor que no sea de plástico y lo cubrimos con un papel de aluminio o con un film transparente. Esto es bastante importante porque así no se nos formará una costra dura en la superficie. Dejamos que enfríe completamente y la metemos en el frigorífico hasta el día siguiente.


Al día siguiente con una cuchara vamos tomando porciones de masa que echamos sobre un plato con harina, aquí les damos forma con las manos, luego las echamos en un plato con huevo batido y por último las empanamos en pan rallado. En una sartén con aceite muy caliente las freímos hasta que queden crujientes por todos los lados.

Si son muchas croquetas se pueden congelar una vez empanadas, pero mejor colocarlas en una bandeja para meterlas al horno y luego una vez que ya están duras se pueden guardar en una bolsa de plástico.



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